פרשנות ספר תולדת

Parshanut Séfer Toldot

Comentario sobre Toldot Ieshúa (Matái Cap. 3)

"La Inmersión del Mashíaj, el Descenso del Espíritu sobre Él y lo que cuenta la Tradición Judiá"

Escrito en el Centro de Estudios Dérej Haqódesh

Lo primero que se nota en el evento de la inmersión de Ieshúa Adonénu son los elementos registrados en los relatos de la inmersión, elementos de importancia.

La Voz Divina que baja del cielo para proclamar al Mashíaj,  el descenso de la “paloma” como “contraseña” a Iojanán de que Ieshúa es el Mashíaj. Todos los elementos “maravillosistas” que van a aparecer en la narración, u otros semejantes, aparecen como elementos bastante ordinarios en la literatura rabínica, targúmica y apocalíptica. Es en este ambiente, donde se ha de buscar el núcleo histórico y los valores didácticos que lo expresan.

El “abrirse los cielos” (Mt) o “rasgarse” (Mc) es un elemento escenográfico para dar lugar, plásticamente, al paso de la “paloma” y a la “voz divina”. Parece inspirarse en Isaías (64.1) en donde se localiza a Dios en el cielo y se pide que se rasguen los cielos y baje. Se añoraban los antiguos profetas, pero se esperaba una nueva intervención de Dios en la historia. Por eso, al abrirse los cielos, en el contexto penitencial de Iojanán el Inmersor, indica que Dios baja para iniciar el tiempo salvador prometido. (Cf. Hech. 10.9-11; Rev 4.l; Enoc 71.1).

Tradicionalmente era de esperarse por el pueblo de Israel, debido a la profecía oral que transmitían los profetas de Israel y los sabios de la nación, y quienes que oralmente transmitieron mensajes y revelaciones divinas al pueblo, que el Rúaj Haqódesh (Espíritu de Santidad) en forma de paloma descendería sobre uno como “indicativo” de que él es el Mashíaj.

El Libro de Mateo registra que el Espíritu de Santidad descendió "como una paloma". Esta forma dé “como” aparece en los tres sinópticos e incluso en el Testimonio del Discípulo Amado (Jn. Cap. 1.32). La paloma aparece en la literatura bíblica y extra bíblica simbolizando diversas cosas. Pero sugerido por el pasaje de Génesis en el que el Espíritu de Dios se “cernía” sobre las aguas, la paloma vino a ser símbolo del Rúaj Haqódesh que en castellano se traduce como el Espíritu de Santidad o Espíritu Divino. Los rabinos establecen comparaciones entre ella y el Rúaj Haqódesh.

Como ejemplo, en el Séfer Bereshit (Génesis Cap. 1.2) dice que el Rúaj Elohim (Espíritu de Dios) se “cernía” sobre la faz de las aguas. En el Talmúd Bavli, tratado Jaguigá 15a, se registra una de las enseñanzas sobre este pasaje presentada por Ben Zoma que dice así: "Y el Espíritu de Dios revoloteaba sobre la faz de las aguas – como una paloma que revolotea sobre sus polluelos sin tocarlos." Esta interpretación de Ben Zoma es cautivante, que "el Espíritu se cernía (lit. revoloteaba) sobre la faz de las aguas", indica que el Espíritu reposaba sobre el Mashíaj. El hebreo para aguas es "máim", y en lenguaje judío el hebreo "máim" es una expresión clave para referirse al Mashíaj, dado que así como el hebreo Mashíaj inicia con la letra "Mem", también lo es con la palabra "Máim".

En el Libro Toldot Ieshúa (Matái Cap. 3) la narrativa dice que el Espíritu de Dios descendía y reposaba sobre el Mashíaj, este es el mismo Espíritu que al inicio de la creación se movía sobre la faz de las aguas, y ahora descendía sobre el Mashíaj mientras él salía de las aguas del Jordán, donde había sido sumergido.

Se registra también que al descender el Espíritu sobre el Mashíaj se hizo escuchar una voz que proclamaba "este es mi Hijo amado...", más no se dice de quién era la voz que provenía del cielo, pero la identidad es concedida en el famoso Evangelio según los Hebreos, que era el predilecto y más apreciado por los Natzarím (esp. "Nazarenos") en la época de los primeros discípulos, y que hoy en día es un documento perdido, pero a pesar de su perdida aún poseemos algunos fragmentos citados por algunos "padres de la iglesia". En él se dice que la Voz Divina que provenía del cielo era del Rúaj Haqódesh (esp. Espíritu de Santidad):

"Y sucedió que, cuando hubo subido el Señor del agua, descendió toda la fuente del Espíritu de Santidad, descansó sobre él, y le dijo: Hijo mío, a través de todos los profetas te estaba esperando para que vinieras y pudiera descansar en ti. Pues tú eres mi descanso, mi Hijo primogénito, que reinas por siempre. (Comm. IV en Is. 11.2)

En la literatura judía aparecen elementos semejantes, y es en este ambiente donde se ha de buscar los valores didácticos que lo expresan. En el Talmud Bavli (Berajot 3a), se registra una historia que menciona que la "Voz Divina" al hablar "se escuchaba como una paloma arrullando", así también en el Targúm de Shir HaShirím (Cant. 2.12) se intercambian las palabras "tórtola" por "Rúaj Haqódesh" (Espíritu de Santidad). Por lo tanto, tradicionalmente dentro de la nación Judía ya se contemplaba que el Espíritu de Dios era representado por la imagen de una paloma, y su "Voz", "su sonido", es  comparado con el arrullo de la paloma, por lo que la hipótesis es obvia, que ya se había hablado del Rúaj Haqódesh en forma de paloma.

Sin embargo, ¿quién puede leer este relato registrado en el Libro Toldót Ieshúa (Matái Cap. 3) sin pensar en la paloma de Nóaj, que traía en su boca una hoja de olivo, como símbolo de la paz y la reconciliación, cuando las aguas se habían retirado de sobre la tierra? Permítaseme transcribir un pasaje encontrado en el libro del Zohar:

"Una puerta se abrirá y de ella saldrá la paloma que Nóaj envió en los días del diluvio, como está escrito, "y envió la paloma", la famosa paloma, pero los antiguos no hablaron de ella, pues no sabían lo que era, sólo sabían de donde venía, y que dio su mensaje, como está escrito, "no volvió más a él"; nadie sabe adónde fue, pero regresó a su lugar, y se escondió dentro de la puerta. Ella tomará una corona en su boca y la colocará sobre la cabeza del Rey Mashíaj". (Zohar, Bamidbar folio 68.3, 4)

Y un poco después, se dice que la paloma reposaría sobre su cabeza, y él recibiría gloria de ella. Si esto se trata de los restos de una antigua tradición, estos hombres estudiadamente conocían lo concerniente a la apertura de los cielos ("la puerta"), y el descenso del Espíritu de Dios, como una paloma, sobre el Mashíaj.

En la obra conocida como Odas de Shelomó, atribuida a judíos fieles discípulos de Ieshúa, en la Óda 24 se registra algo bastante similar que podría conectarse con esto que dice el Zohar. Puesto que el escritor de las Ódas era un judío completamente inmerso en la cultura de su pueblo conocía de estas tradiciones y costumbres y por ende uso expresiones que serían inmediatamente reconocidas e identificadas por los lectores de su pueblo. El escritor de dicha obra dice así, "La paloma revoloteó sobre el Mashíaj, y cantó sobre él y se oyó su voz". El lenguaje sin duda alguna es judío, las ideas claramente provienen de las Escrituras y la tradición oral judía, y al igual que el Evangelio según los Hebreos, reafirma que la Voz Divina era del Rúaj Haqódesh. Y en conexión con lo que es citado del libro del Zohar puede adjuntarse lo que es la Óda 1 de la misma obra, que dice, "El Señor está sobre mi cabeza como una corona, y nunca estaré sin él", en lo que puede sugerirse que el escritor de las Ódas conocía de estas tradiciones, y las ideas que claramente provienen de la tradición judía se centran en torno a las palabras claves "Espíritu", "Voz", "Corona", "Paloma" y  el mensaje es claro, que en el momento que el Espíritu desciende sobre el Mashíaj, lo corona como Rey. Así también como fue citado más arriba, el Evangelio según los Hebreos nos confirma que Ieshúa estaba siendo coronado como Rey al añadir las palabras en el acto de la inmersión, "Pues tú eres mi descanso, mi Hijo primogénito, que reinas por siempre" (véase la cita completa más arriba).

Se dice que los reyes de Asiria usaban la paloma como un emblema, véase Ramirez de Prado, quien cuenta que, "ellos las tenían pintadas en sus banderas, estandartes y edificios públicos, como insignia de su imperio", de aquí que leemos en el Libro del profeta Oseas (Cap. 11.11) "Desde Egipto vendrán temblando como pájaros, desde Asiria como palomas".

Del título del Salmo 56, que es dirigido "a la paloma silenciosa en parajes muy lejanos", y que se refiere al rey David, quien, cuando escribió este Salmo, estaba entre los filisteos, quienes eran ajenos a la ciudadanía de Israel, lejos de Dios y su Torá, lejos de la justicia divina; cuando el rey David estaba allí, estaba a una distancia lejana de su país natal y de la corte del rey, como un rey pero sin poder oficiar, como una paloma pero silenciosa, y de esto podemos conjeturar que la paloma era un emblema también para los reyes israelitas, especialmente como aprendemos de algunos escritores judíos que nos describen el trono del pueblo de Israel de la siguiente manera:

"Cuando Salomón se sentaba en su trono, su cetro estaba colgado detrás de él, en la parte superior había una paloma, y una corona de oro en su pico." (Bamidbar Rabá, folio 250.1).

Palabras como  "paloma" asociadas con la idea que se encuentra sobre el "rey" con una "corona de oro en su pico" son muy significativas porque obviamente apuntan de nuevo a la antigua tradición judía registrada en el libro del Zohar, las Ódas de Shelomó y el Evangelio según los Hebreos. De nuevo se asocian las palabras claves "paloma, "corona" con el rey.

El autor judío del libro de Mateo también concuerda con la tradición sapiencial judía en asociar las palabras "Espíritu" con "Paloma" y la idea de su descenso para descansar sobre la cabeza del Mashíaj como una corona.

Estos elementos, para su valoración interpretativa, vinieron a reforzarse con las aportaciones de la “tradición oral judía.” Si a todos estos elementos expuestos, aditivos al hecho fundamental, se le unen los resultados de las investigaciones sobre la “tradición judía” y lo “targumím,” la valoración exegética de este episodio se clarea.

Los judíos habían perdido en el destierro su lengua, y aprendieron allí y usaban el arameo. Pero en las lecturas sacras de la liturgia sinagogal se leían los Libros Sagrados en hebreo, pero se traducían al arameo, ya que se había perdido la comprensión del hebreo. Mas estas traducciones no eran estrictas, se amplificaban y plastificaban para la mejor comprensión del texto sagrado. Se da un ejemplo, entre otros muchos, de la citada obra de Lentzen-Deis. Es Génesis (22.10). Itzjaq pide a su padre que le ate bien para el sacrificio, no sea que por miedo se impida o desvirtúe el sacrificio. Es así como se logra centrar el tema en el sacrificio voluntario de Itzjaq, simultáneamente con el heroísmo de su padre. Luego se describe una “visión”: Itzjaq levanta los ojos y “ve” ángeles. “Entonces se adelantaron los ángeles del cielo y dijeron entre sí: Venid y vez estos dos justos, únicos en el mundo: uno sacrifica y el otro es sacrificado; el que sacrifica no vacila y el que es sacrificado ofrece su cuello” (o. c., p.203ss). En el targúm Neofiti, en vez de poner que los ángeles hablan entre sí, se dice sobre este pasaje: “Entonces salió una voz del cielo y dijo: Venid y vez a estos dos justos” (o. c., p.205 - Para más “visiones” targúmicas, cf. Lentzen-Deis, o.c., p. 105-127; 214-248).

Otro ejemplo de estas concepciones está en el “Testamento de Leví” (18.6), compuesto entre 109/108 a.EC. Dice así:

“Entonces el Eterno alzará un nuevo sacerdote, a quien revelará todas las palabras del Eterno. Los cielos se abrirán y desde el templo de su gloria vendrá sobre él la santidad, con voz paterna, como de Avraham, el padre de Itzjaq. Y la gloria del Altísimo será proclamada sobre él, y el Espíritu de inteligencia y de santificación descansarán sobre él.”

Estos documentos judíos no es solo muestran una bella imagen pre-ilustrando la tevilá-inmersión-en-agua del Mashíaj, donde el Espíritu de Dios descendería sobre él en forma de paloma y su voz sería escuchada para confirmar que Ieshúa es el Hijo de Dios, sino también nos enseña que la inmersión del Mashíaj fue el servicio de una ceremonia de coronación como el Rey de Israel.

Originariamente en la ceremonia de entronización o ascensión al trono de un nuevo rey, perteneciente a la dinastía davídica se leía el Salmo 2 en el cual se encuentran las siguientes palabras (vv. 5, 6, 7) "Yo mismo he ungido a mi Rey sobre Zion, mi santo monte" y también "Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy". Es casi inevitable unir las piezas, y encontrar paralelos entre la narrativa de Matái y Salmos 2; Ieshúa sumergido en agua, ungido como Rey sobre Israel y las naciones con el Espíritu de Dios que descendía sobre en forma de paloma, una Voz Divina es escuchada desde el cielo abierto diciendo "Este es mi Hijo amado en quien me complazco," y esto sirvió de señal del cielo para reafirmar y confirmar que Ieshúa fue proclamado Rey al ser él perteneciente a la dinastía davídica.

Por lo tanto, esta porción de la Voz del Cielo explica por qué Ieshúa tuvo que ser sumergido en agua (gr. Bautizado); todo rey necesita una ceremonia de coronación, y en el “diálogo” entre Ieshúa y Iojanán el Inmersor se explica el porqué de todo esto: “era cumplir toda justicia-plan-de Dios”. Ieshúa fue coronado y ungido como Rey en el río Jordán. Como el Rey, Ieshúa heredará las naciones, y las regirá con vara de hierro. Él es a quien los reyes de la tierra deben rendir homenaje y servirle, como está escrito "Y le fue concedido señorío, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas lo adoren. Su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será jamás destruido." (Daniel 7.14)

Sabemos que Ieshúa es el único en quien el Ruaj haqódesh (Espíritu de Santidad) pudo complacerse en habitar, porque él no tenía pecado. En dos ocasiones a lo largo de su servicio, la Voz Divina habló desde el cielo diciendo: "Este es mi Hijo, el amado, en quien me complací" (Mateo 3.17; 17.5). Esto fue durante su tevilá ("inmersión en agua"), y mientras él está siendo sumergido en el agua, el Espíritu de Dios descendió sobre él como una paloma. (Mateo 3.16; Lucas 33.22; Juan 1.32). La obra, pues, de aquel que, humildemente, era sumergido en agua por Iojanán, era el mismo Mashíaj-Hijo de Dios. Esta era la presentación y proclamación del Mashiaj sumergido en agua (gr. bautizado), por los evangelios. Era el Mashíaj anunciado por el profeta Isaías (42.1-4), como “Siervo del Eterno.” Dice así el profeta: “He aquí a mi Siervo, a quien sostengo yo; mí Elegido (LXX = b εκλεχτός) en quien se complace (LXX = προσεδέξατο) mi alma. He puesto mi espíritu sobre él (LXX = έπ αυτόν), él dará el derecho a las naciones.” Y sobre Ieshúa Mashíaj-Hijo de Dios, también Iojanán dio testimonio, diciendo:

"He visto al Espíritu que descendía del cielo como una paloma, y permaneció sobre él. Y yo no lo conocía, pero el que me envió a sumergir con agua, él me dijo: Sobre el que veas que desciende el Espíritu y permanece sobre él, ése es el que hará tevilá (gr. bautizará) con el Rúaj Haqódesh-Espíritu-de-Santidad. Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios." (Testimonio del Discípulo Amado / Jn. 1.32-34)